Hoy no os traemos una boda al uso. Hay una ceremonia, invitados e invitación, pero no los «habituales» porque no se trata de una boda en sí sino de una renovación de votos. La renovación de los votos es algo bastante común en Estados Unidos pero no es muy normal aquí en España, como tantas otras cosas relacionadas con este mundo bodil nuestro.
A mí me encanta la idea, es como volver a decirse «Sí, quiero, llevo contigo x años y a pesar de eso me volvería a casar una y mil veces y siempre contigo». Me parece tan romántico!
El caso es que, como os decía, en este tipo de celebraciones todo es igual pero todo cambia: la ceremonia no es igual a las de boda, es más cortita y son sobre todo los novios quienes hablan. Respecto a los invitados, poquísimos: padres, hijos y las personas más cercanas, las que han vivido vuestra historia o los imprescindibles si me apuras.
Lo que sí hay siempre es decoración, y la que os enseñamos hoy para esta renovación de votos es muy sencilla pero preciosa. Siete años de matrimonio y tres hijos después, la pareja decidió hacer una celebración íntima para reafirmar el amor del uno por el otro en la cima de una montaña en Oregon con sus familias y amigos más cercanos.
Como altar para la ceremonia, un corazón hecho de piñas en cuyo interior se colocó la pareja para renovar sus votos.
Y para celebrar la renovación y de nuevo los «Sí, quiero», una especie de tienda montada en la misma cima de la montaña. Botes de cristal, flores de vivos colores, centros de mesas con trozos de árbol y números de mesa personalizados, la tarta con el «We Do» y poquitas personas, hacen que esta ceremonia me haya encantado por su sencillez, romanticismo y naturalidad.
Fotografía: The Gemmers
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